Siempre he tenido el pelo castaño claro. Desde pequeña.
Sin embargo, cuando una se hace mayor el pelo se va poco a poco oscureciendo y es cuando aparece en tu vida, progresivamente, las palabras «transparencias», «reflejos» y después «mechas».
Mis primeras mechas rubitas (que en aquel entonces se llamaban transparencias porque eran muy finitas y muy naturales) se remontan a muchos años atrás.
Tantos que cuando yo iba a la peluquería Jofer en la calle Galileo, Marco Aldany, se llamaba Marcos y era tan solo un niño que jugaba en la peluquería de Ana, su madre.
Desde entonces siempre me ha gustado llevar el pelo clarito y las mechas han sido más o menos rubias según la época del año o mis simples apetencias.
Sin embargo al ser mamá, permanecer 3 horas en una peluquería con la cabeza repleta de papel albal empezó a ser un lujo que no me podía permitir, y si tenía milagrosamente tres horas para mi, prefería dedicarlas a dormir que pasarlas en la peluquería.
Así que opté por oscurecerme el pelo y después mantenerlo en casa.
Durante estos años Casting de L´Oreal ha sido, no solo un descubrimiento, sino un aliado imprescindible del color y buen estado de mi pelo.
Ahora empiezo a tener algo de tiempo (no mucho) para poder acudir a la peluquería y con la ayuda de mis amigos de Estudio 26 en Madrid, he conseguido tener unos reflejos cobrizos muy naturales otra vez.
La semana pasada, las prisas y una incipiente raíz en el pelo, me hicieron acudir a una peluquería muy cercana a casa, de confianza pero a la que creo que no volveré…
El problema no es la peluquería, así que creo que no debo nombrarla para ser justos, si no el peluquero que me atendió.
Que me atendió y que no me entendió.
Y así fue cómo pidiendo unos reflejitos rubios en la raíz, salí de allí que parecía Sandy, la protagonista de Grease.
Rubia no, rubísima. Con el pelo casi blanco… como ya os dije en su momento a las que me seguís por Twitter a mi lado Madonna era la ambición castaña…
Dejando a un lado mi problema personal, me gustaría plantearos la siguiente cuestión:
Si uno es cliente de una peluquería, ¿no debería tener alguna garantía o derecho de reclamación?
¿Alguna vez os ha pasado? ¿Habéis reclamado?
Porque no hay duda que si uno siente que le han engañado en la compra de algo, puede que en el caso del pelo se agrave más todavía, ya que se trata de algo que «nos llevamos puesto» y el error nos va a acompañar durante mucho tiempo.
¿Qué pensáis?